23.9.11

MITOS HISPÁNICOS: LA MANDRÁGORA


POR: Rattus Norvergicus
Los herbarios medievales incluían entre sus preciosas paginas iluminadas multitud de plantas fantásticas como la hierba de San Juan que sólo crece la noche del solsticio y permanece viva tan sólo unos segundos, o plantas que si bien existen en la realidad se las atribuía propiedades fabulosas. Entre estas últimas encontramos la mandrágora que según los expertos medievales era muy común en Iberia y que gracias a los agrestes suelos de Castilla se engendraban ejemplares de calidad sublime siendo por ello muy demandadas por alquimistas, magos y médicos.
Según ciertos expertos la mandrágora nace en condiciones sobrenaturales, concretamente del suelo regado por el semen del ahorcado derramado con su último hálito, otros dicen que simplemente el esperma las fortalece pero que nace mediante cópula ya que las mandrágoras tienen igual que los animales atributos masculinos y femeninos.
Lo que no hay duda es una planta muy peligrosa, ya no solo porque su raíz sea extremadamente venenosa y su ingestión pueda conducir a la locura o la muerte (aunque en pequeñas dosis es un afrodisíaco muy poderoso empleado a menudo en la elaboración de filtros de amor), si no por el aterrador grito que profiere cuando es arrancada de la tierra capaz de fulminar a un ser humano con sólo escucharlo; para ello los herbolarios encargados de sus extracción recomienda diversas tretas para evitar los mortales efectos del alarido, el más común de ellos es atar un lazo en torno al cuello de un perro famélico y el otro extremo a la planta y arrojar un filete ante el animal de modo que al correr hacia él para devorarlo saca la planta mientras el herbolario puede ponerse a salvo del alarido.
Además existía una practica prohibida llevada a cabo por ciertos nigromantes en España (fundamentalmente judíos) consistente en sedar a la mandrágora con un preparado narcótico secreto para extraerla con cuidado y trasplantarla a una maceta donde al ser regada durante meses con sangre humana al final acaba germinando y convirtiéndose en una especie de homúnculo de pequeño tamaño aunque dotado de enorme fuerza e incansable vitalidad, pero con la pega de un insaciable apetito de sangre humana cada vez mas difícil de satisfacer, de este modo sus creadores solían acabar siempre siendo devorados por sus monstruos (cómo siempre ocurre con los homúnculos y los golems en el folklore popular) y escapando para refugiarse en zonas boscosas las cuales quedarán malditas para siempre convirtiéndose en escenario común de desapariciones y asesinatos misteriosos detrás de los cuales se encuentra la mandrágora y su voraz apetito.

1 comentario:

  1. La hierba de San Juan es un fuerte antidepresivo natural, pero también tiene otras propiedades medicinales, por lo que no es tan sorprendente que fuera tan popular.

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