6.9.11

HÉROES EN LA MEMORIA (I): BLAS DE LEZO


POR: Yossarian

Existe la leyenda urbana de que nuestro país “es de lo que no hay”, de que somos poco más que cerriles mentes cuadriculadas y de que siempre hemos sido así.
Como decía, se trata de un mito que desmiente, entre otros, la alargada sombra de la figura de Blas de Lezo y sus no pocas hazañas militares bajo la bandera española.
Blas de Lezo y Olavarrieta, guipuzcoano de nacimiento y procedente de una amplia tradición marinera, fue un almirante de la Armada Española, cuyos méritos militares se cuentan entre los más destacados.
Apodado Mediohombre por sus múltiples heridas en combate, que le costaron llegar a los 25 años tuerto, cojo y manco, Blas de Lezo combatió en todas las grandes guerras de su época, empezando desde lo más bajo, enrolándose como guardiamarina a los 14 años y llegando en solo once años a capitán de fragata.
Sus logros militares partieron casi siempre del ingenio al que tuvo que agarrarse ante la desventaja numérica y del coraje y el arrojo español ante la artillería extranjera.

Su bravura parecía no conocer límites en todos los mares en los que su presencia era requerida. Su participación en la conquista y el levantamiento del sitio a Orán, por ejemplo, fue magistral, no sólo tomando la ciudad y haciendo huir a los sitiadores, sino persiguiendo a la nave del jefe de los piratas hasta el puerto enemigo donde buscó refugio, penetrando en él, quemando la nave e infringiendo graves daños a la plaza enemiga.



Pese a todo, su mayor logro militar, por lo que se le considera un héroe atemporal es por su victoria en la llamada “Guerra de la oreja de Jenkins” contra Inglaterra.
Todo comenzó por el apresamiento de un barco pirata comandado por Robert Jenkins cerca de Florida a manos de los españoles en una época en la que los ingleses dificultaban e interrumpían constantemente el comercio español.
El capitán de navío Julio León Fandiño apresó el barco y cortó la oreja del pirata diciéndole “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Éste acudió al parlamento, donde enseñó la oreja cortada como prueba, dando inicio a la guerra.
Vernon, el almirante inglés al mando de la flota enviada a derrotar a los españoles, envalentonado tras el saqueo de la mal defendida plaza de Portobelo, en Panamá, acudió a sitiar Cartagena de Indias con 186 barcos y unos 25 000 hombres, contando con que su defensor, Blas de Lezo, sería aplastado por la enorme superioridad numérica (tengamos en cuenta que los españoles contaban solo con 6 navíos de guerra y unos 3000 hombres destinados a la defensa de la plaza).


Sabiendo prosperar bajo el fuego enemigo y utilizar la acérrima resistencia como medio para conseguir dar la vuelta a la situación, Blas de Lezo y los suyos pusieron en contra del almirante inglés su, hasta entonces gran ventaja, el número.
Al finalizar el encuentro, los españoles contaban con unas 1200 bajas frente a las cerca de 11 000 de los ingleses, que aumentaron por el mal estado de los heridos en su regreso a casa.
La derrota fue tan grande que el rey inglés prohibió que se escribiese sobre el tema o que se hablase de las medallas conmemorativas que había preparado contando con la victoria contra los españoles.
Blas de Lezo falleció poco después, debido a la peste que contrajo de los cadáveres sin enterrar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario