POR: Rattus Norvergicus
La revuelta de los marineros de Kronstadt es sin duda uno de los más importantes actos de protesta contra el poder comunistas que hubo dentro del territorio de la Unión Sovietica. La propaganda bolchevique dijo en su momento que los causantes del motín habían sido las fuerzas burguesas socialdemócratas, oficiales zaristas y en un claro alarde paranoico agentes de las potencias europeas infiltrados en territorio soviético. Nada más alejado de la realidad pues éstos fueron fundamentalmente militares de ideología anarquista, que se oponían a los nuevos tintes que los soviets habían adquirido, pasando de ser asambleas libres de carácter popular a órganos políticos controlados por el todo poderoso partido bolchevique.
La revuelta tuvo lugar el 2 de marzo de 1912 siguiendo la estela de las protestas obreras de Petrogrado motivadas por el desabastecimiento de las ciudades a causa de la ruinosa gestión del comunismo de guerra. Los marineros mandaron un pliego de demandas al gobierno central entra las que exigían entre otras cosas la disolución de los actuales soviets y la convocación inmediata de nuevas elecciones para todos los partidos
de la URSS (y no exclusivamente del bolchevique) o medidas que garantizaran la privacidad individual y la libertad de expresión.
Cuando estas reivindicaciones fueron rechazadas tajantemente a los marinos acantonados en el puerto de Kronstadt no les quedó otra vía que no fuera la revuelta. Tras un breve ultimátum el partido comunista envió al ejercito rojo a “pacificar” el lugar, pero la resistencia bajo el mando del militar anarcosidicalista Maximovich Petrichenko fue terrible pues se supo aprovechar hábilmente las características geográficas del puerto de Kronstadt que hacían de él una excelente fortaleza natural, a la vez que políticamente la ciudad tomaba el modelo de una comuna libertaria.
Tras días de feroces combates los soldados del ejercito rojo penetraron el 17 de marzo en al ciudad de Kronstadt bayoneta en mano protagonizando linchamientos, violaciones, ejecuciones en masa y deportaciones a Siberia; falleciendo de este modo en cuestión de días miles de seres humanos tanto civiles como militares.Cuando estas reivindicaciones fueron rechazadas tajantemente a los marinos acantonados en el puerto de Kronstadt no les quedó otra vía que no fuera la revuelta. Tras un breve ultimátum el partido comunista envió al ejercito rojo a “pacificar” el lugar, pero la resistencia bajo el mando del militar anarcosidicalista Maximovich Petrichenko fue terrible pues se supo aprovechar hábilmente las características geográficas del puerto de Kronstadt que hacían de él una excelente fortaleza natural, a la vez que políticamente la ciudad tomaba el modelo de una comuna libertaria.
Así el terror comunista volvía a triunfar sobre las expectativas revolucionarias del pueblo ruso al cual irónicamente decía representar.
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