2.10.11

HÉROES EN LA MEMORIA (II): JUAN DE URBIETA

POR : Yossarian

Siguiendo con la idea de redescubrir episodios de nuestra historia que se han visto relegados al olvido y de hacer llegar a las mentes despiertas de hoy en día los ecos de nuestros antepasados en sus momentos más ilustres, nos encontramos con el protagonista de esta entrada: Juan de Urbieta.

Juan de Urbieta Berástegui y Lezo, español proveniente de Hernani, fue un héroe de la batalla de Pavía, que enfrentó en 1525 al emperador Carlos V con el rey de Francia, Francisco I en la lucha por la hegemonía y el reconocimiento en Europa. Su historia es, de nuevo, la de una serie de hombres que juntando honor, resistencia y valentía dieron fe de lo que verdaderamente significa ser español. Pero pasemos a los detalles.


1525, Italia. Tras una serie de escaramuzas de diversa importancia (con el fin de desbancar al ya nombrado Carlos V del puesto de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) entre el ejército imperial y el francés, éste último toma ventaja y se apodera de Milán, en un claro golpe de mano sobre las tropas fieles a Carlos, las cuales se ven obligadas a retirarse a plazas más seguras. Así pues, un total de 1000 españoles,5000 mercenarios alemanes y 300 jinetes pesados bajo el mando del navarro Antonio de Leyva se atrincheraron en la cercana Pavía, a la espera de la llegada de un ejército que acudiera en su ayuda. Sitiando la ciudad aguardaban nada menos que 30 000 franceses y 53 piezas de artillería.


El emperador entre tanto envió a una fuerza de 15 000 lanceros capitaneada por un caballero alemán  en ayuda de la ciudad sitiada, ante lo que los franceses dividieron sus fuerzas y se hicieron fuertes en todas las plazas vecinas, haciendo el ataque impracticable desde cualquier punto de vista.

Mientras tanto, los soldados que resistían en Pavía sufrían enfermedades y hambre, obviando el hecho de que no cobraban.

Dándose cuenta del malestar entre las tropas extranjeras, los jefes españoles donaron sus joyas y posesiones con el fin de pagar a los mercenarios alemanes y los propios arcabuceros españoles renegaron de su sueldo, manteniendo a la tropa unida.

Por fin, el 24 de febrero de 1525  un ejército de más de 20 000 hombres al mando del emperador llegó a Pavía con una artillería mucho menor a la de los franceses (17 piezas frente a 53 nada menos) y comenzó la batalla. 

Viéndose rodeados por una ejército numéricamente inferior pero mejor organizado y sorprendidos por la destreza y la gallardía de los tercios, los franceses cargaron con la caballería con el fin de abrir una vía a la reorganización y poder encontrarse en situación ventajosa frente a sus oponentes.


La valentía de los tercios frenó el ataque ,esparciendo caballos y jinetes muertos por doquier al mantener en formación cerrada las lanzas y a los hombres bien cubiertos en todo momento,impidiendo a los jinetes acercarse siquiera a las posiciones de los arcabuceros. 

Fue en este momento cuando, tras meses de hambruna y sufrimientos,arengados por Leyva, los sitiados en Pavía abrieron las puertas de la ciudad y se lanzaron al combate, abriendo brecha por doquier entre las filas francesas hasta el punto de forzar al propio rey de Francia y a sus nobles más cercanos al combate a pie, haciendo inútiles a la vez a la caballería restante y la artillería enemiga. 


En el fragor de la lucha, nuestro protagonista, Juan de Urbieta, hizo poner de rodillas al propio monarca enemigo sin darse cuenta de quién se trataba y lo capturó, perdonándole la vida y llevándolo preso a retaguardia en el acto.

El ejército francés fue diezmado en un 50% y los términos de la rendición enemiga fueron humillantes como poco, consolidando el dominio español de Europa y dando una imagen de bravura y determinación a todos los enemigos del emperador.

En cuanto a Juan de Urbieta, el propio rey francés le escribió para agradecerle su clemencia y el emperador Carlos V le recompensó con diversos títulos y honores entre ellos un escudo de armas que rememora la captura del enemigo, en el que aparece una mano que empuña una espada ante una ciudad.

Su historia es la de cualquiera de sus compañeros, claro que...no todos sus compañeros hicieron poner rodilla en tierra al monarca rival.

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