10.10.11

STÉPHANE HESSEL E "INDIGNAOS"

POR: Yossarian

A menudo, desde este blog, y con el objetivo de compartir puntos de vista sobre el panorama cultural actual, se habla de diversos autores los cuales, para bien o para mal, suponen una influencia en el día a día de esta sociedad, sea por sus raíces, los valores que representan o los temas que tratan.

Hoy en particular me gustaría hablar de un personaje que se ha ganado la fama de profético agitador de masas: Stéphane Hessel. Este hombre, superviviente de dos campos de concentración y redactor colaborador de la declaración de los derechos humanos es considerado el ideólogo del movimiento 15-M o, hablando con propiedad, de los "indignados" que hasta hace poco poblaban las plazas de media España.

Dejando de lado el dudoso honor de ser el padre ideológico de un movimiento que nació muerto y con un compromiso político equiparable al de un tarro de mayonesa, Hessel representa muy bien a sus seguidores.

Este hombre, que propone alzarse de forma pacífica y organizada en un principio, de forma violenta y exaltada si no son obedecidas sus demandas y en forma de insurrección abierta si nada de esto funciona, lo hace todo desde un despacho, desde detrás del invisible muro que supone la pertenencia al cuerpo diplomático de un país como Francia y amparado por el respeto y el amiguismo de las autoridades de los países en los que su movimiento triunfa, siendo visto como un adorable abuelo cebolleta.

Su insurrección, o más bien, la insurrección que promueve en su libro, no es más que una utopía sin fundamento alguno en la realidad, sin un basamento, sin un cimiento ideológico real y autosuficiente que la sustente. Habla de manifestarse contra la demagogia comparando el capitalismo salvaje con la Francia ocupada por los nazis (es decir, ante la invasión de un país recurrir a la violencia es justo y necesario, ante la opresión de un pueblo reducido a la absoluta esclavitud de la clase media a los poderes de facto, véase bancos y corrupción, lo que hay que hacer es agitar las manos y montar talleres de clowns).

Habla de socialismo, de estado de bienestar y de transparencia política animando a la vez a que se vote por la izquierda europea (no puede haber mayor equívoco), apoyando en concreto al partido político que más parados ha dejado de toda la zona euro, que más recortes ha permitido, sea en materia de educación o sanidad, que patrocina y subvenciona los EREs, etc (si señores, al PSOE), sin dar soluciones ante tanto equívoco y repitiendo ad nauseam el hecho de que los nazis eran horribles y él hizo algo al respecto.

Como una vieja momia decrépita que busca perpetuarse y llamar la atención sobre su marchita y pasada (si es que existió) belleza, Stéphane Hessel, en un estilo narrativo calificable como mucho de "simple", sin pararse a precisar datos ni dar soluciones o concretar el alcance y volumen de los problemas contra los que, según él, debemos alzarnos, nos predica, recomienda que hagamos algo, que cambiemos las cosas como por arte de magia, a costa de buena voluntad y de corrillos de choca-manos. Su acto de rebeldía es equiparable al de las asambleas de tantas y tantas plazas a lo largo de España, ejemplos de desorganización y falta de ideas, de demagogia para principiantes y modelos de lucha equivalentes a los de "El sastrecillo valiente"

En resumen, un cúmulo de parrafadas baratas sobre los "buenos viejos tiempos" de acción social y nada que merezca la pena. Más de lo mismo. Y acaba de salir a la venta la segunda parte, "¡Comprometeos!" al módico precio de 7,50 euros. Dios nos coja confesados.


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