Le hemos visto cuando franqueaba la puerta,
Le hemos visto cuando volvía la cabeza,
Le hemos visto, en la noche muerta,
Cuando se iba a través de la prisión.
Le hemos visto, como a tantos otros,
Fuera de estas paredes, hacia los tribunales,
Fueran o no fueran de los nuestros,
Todos se fueron tan fraternalmente.
Le hemos visto, hacia los edictos de los hombres.
En esta putrefacta mañana de otoño,
Le hemos visto, parecido a nosotros,
Irse tranquilo, y hasta algo sonriente.
Le hemos visto en este amanecer húmedo,
Le hemos visto entre los que decían “hasta luego”,
Y hemos empezado nuestra espera:
¿Le volveremos a ver cuando llegue la noche?
Robert Brasillach, 1944
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