No es ningún secreto que esta sociedad se rige por tópicos, y que ninguno de nosotros esta libre de caer en ellos. Todos podemos ser juzgados por las ideas preconcebidas que la sociedad tiene de nosotros.
Y va siendo hora de que nos planteemos hasta que punto estamos dispuestos a vivir bajo algunos de ellos.
Y es que los jóvenes ya cargamos con el sanbenito que nos han adjudicado los reportajes de tertulias mañaneras de ser una panda de NI-NIs con pocas preocupaciones aparte de meterla en caliente y pasarnos el Fifa de una maratoniana sentada.

Conste, y vaya esto por delante, que conozco a skinheads cultos y cultivados con una inteligencia por encima de la media; y que considero que el gañanismo es una manera de actuar puntual bastante divertida cuando bebes con los amigos. Pero creo que deberíamos plantearnos la perdurabilidad de ciertas maneras... O mejor dicho, la conveniencia de relegarlas donde deben estar, en un rato de colegueo y cachondeo.
Porque si la sociedad piensa que somos gilipollas, no hay que ponérselo tan fácil. Es más, deberíamos luchar, si nuestra intención es llegar a algo, porque esa idea se vea relegada al pasado y al olvido.

Ser culto no es solo recitar de carrerilla todos los textos de Ezra Pound, es leer libros generales y culturizarnos de manera más completa. Negar los errores o los fallos de nuestra porpia ideología o cultura, por ejemplo, limitándonos de nuevo a no pensar aceptando como dogma la opinión de alguien ajeno o a caer en brutales teorías conspiranoicas dignas de "Cuarto Milenio" solo contribuye, como he dicho antes, a cimentar aún mas la imagen estereotipado que nos presupone fanáticos descerebrados de una ideología brutal y deshumanizada.
Y es nuestra obligación separar la paja del grano, decidir, elegir, modificar y sobre todo, por nosostros y nuestros ideales: PENSAR.